Él busca el amor deshojando flores y compra helado los domingos en el parque, tiene amoríos de meses eternos e inclusive de años, de pelo corto y sonrisa sincera, es la adoración de cualquier buen padre de familia, cuando llego el amor se estaciono en la puerta de la amada durante noches de otoños y primaveras hasta que se caso ante Dios entre arroz y flashes ruidosos, cuando la magia se esfumo fue discreto y se consiguió una buena amante de caderas grandes, yo no soy.
Él termino el preescolar con la frente tapizada de estrellas pegadas con saliva, más adelante a lo largo del camino estudiantil no fue muy distinto, marcaba los acentos con rojo, márgenes perfectos y una fauna numerosa en su cuaderno, malditas abejas y hormigas ojala el oso las pisotee, sacrifico la fiesta y el placer efímero, toda su vida trabajo duro con la cabeza agachada, y todos decían: “míralo que buen muchacho y tan estudioso” él evadía la mirada oculto detrás de sus gafas y sonreía amablemente, y no, no soy yo.
Él trabaja de nueva a seis y los sábados de nueve a una, por las noches se queja de la injusticia patronal y los procesos tediosos, a veces siente desfallecer pero sabe que no tiene otra opción que continuar, cada año un mechón de cabello tirado en la regadera, cada año cinco arrugas más y diez minutos menos, él tiene una lapida de piedra triste que dice: “El eterno amor de tu esposa y tus hijos te acompañaran por siempre, a él que es bueno… y que no eres tu”
Él termino el preescolar con la frente tapizada de estrellas pegadas con saliva, más adelante a lo largo del camino estudiantil no fue muy distinto, marcaba los acentos con rojo, márgenes perfectos y una fauna numerosa en su cuaderno, malditas abejas y hormigas ojala el oso las pisotee, sacrifico la fiesta y el placer efímero, toda su vida trabajo duro con la cabeza agachada, y todos decían: “míralo que buen muchacho y tan estudioso” él evadía la mirada oculto detrás de sus gafas y sonreía amablemente, y no, no soy yo.
Él trabaja de nueva a seis y los sábados de nueve a una, por las noches se queja de la injusticia patronal y los procesos tediosos, a veces siente desfallecer pero sabe que no tiene otra opción que continuar, cada año un mechón de cabello tirado en la regadera, cada año cinco arrugas más y diez minutos menos, él tiene una lapida de piedra triste que dice: “El eterno amor de tu esposa y tus hijos te acompañaran por siempre, a él que es bueno… y que no eres tu”
4 comentarios:
Ahh me encanto!
...que no eres tu"
saaca!
que buena entrada!
besos!
que no eres tu... que buen final, como digo en cada coment, que chidas letras y tambien fotos aunque no he ido por esos rumbos, me despido y sigue escribiendo.
Es una lástima que junto con los mechones se vayan los sueños perdidos. La escuela adoctrina en muchos casos....
si. buen final.
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